jueves, 25 de septiembre de 2014

'Me voy a desnudar y a meterme en la cama.
La puerta está cerrada, pero dejo la ventana abierta.
Sólo tú podrías entrar.

Hay cerveza en la nevera, hachís encima de la mesilla
y poesías por todas partes.
Te espero soñando.
No me despiertes si no es para follarme.

Un beso.

O mejor varios.'

martes, 23 de septiembre de 2014

Y pasa que te enamoras

Y en la vida llega el momento en el que conoces a alguien que te cambia, que cambia tu vida. Llega un día en el que encuentras a alguien que quieres. Llega alguien que dice que no pasa nada, que aflojes, y cuando aflojas te das cuenta de las cosas. Que cuando llega, algo nuevo comienza. Que sabes que quieres estar con ella, pero toda la vida. Y de repente te das cuenta en ese momento de que te has enamorado. De que con esa persona puedes llegar a tocar el cielo con las manos sin dejar de pisar la tierra.Cuando todo tan triste se vuelve alegre. Y cuando toda soledad te vuelve feliz. Cuando con solo saber que le tienes a él te sobra todo lo demás. Cuando tan solo una palabra de esa persona puede cambiar las cosas. Cuando siempre soñabas con algo, con alguna meta, y ya llegaste a esa meta. O es más, cuando tu propio sueño es tu pura realidad. Cuando a pesar de tener problemas la solución es tenerlo a él. Cuando a pesar de estos problemas, cada día sonríes. Cuando pareces una subnormal cuando sonríes sin más.Sientes que ya no eres la misma, que ya no te preocupas por lo que diga la gente si no por lo que diga él. Ya no tienes miedo de nada, te sientes segura a su lado. Nadie puede pisotearte, recuerda, cuando te enamoras tocas el cielo. Ya solo te importa esa persona, y que cada día la quieres  más que ayer y menos que mañana.  Y es cuando empiezas a darte cuenta de que la vida puede ser aun más bella con esa persona. Empiezas a comprender que si la tienes a esa persona lo tienes todo. Y que ya lo demás no importa. Y pasa que empiezas a darte cuenta de que por más que quieras estar con otro tu cabeza dice lo contrario a tu corazón. Y comprendes que este pertenecerá a el siempre. Pasa que le quieres. Pasa que te enamoras, pasa que estás enamorada.

martes, 10 de junio de 2014

Tres 'para siempre' y un 'hasta nunca'

Nuestros caminos se separaron hace mucho. Tú no quisiste la aventura en la que estaba a punto de convertirse mi vida. Yo no supe parar la situación.
Sin embargo, y aunque haya tres 'para siempre', un 'hasta nunca' y cinco personas haciendo autostop de distancia entre nosotros, siempre hay algo que nos une. No son los recuerdos, no es el amor, no es un puñado de promesas tan rotas como nosotros. No hay nada realmente, pero a la vez es todo.
Supongo que todos los héroes tienen que separarse de a quien protegen alguna vez.
Supongo que la kriptonita tiene que dejar que el héroe sea feliz.
El problema es que el héroe protege a la kriptonita.
Pero siempre hay una atracción.
Siempre, siempre.. Incluso en el cielo...
En el noveno cielo.

martes, 29 de abril de 2014

Todo

Podría habernos ido mejor.
Éramos tan felices.. Tanto que se nos hacía imposible poner una cara larga.
¿Sabéis? Estábamos tan unidos que mis amigos se sorprendían. Él era mayor que yo, y a veces estuvimos a punto se matarnos.
Tal vez era justamente eso, nuestra edad, lo que hacía que nos complementáramos tan bien. Él era responsable -o al menos lo intentaba-, un poco infantil y no le costaba poner la cabeza fría cuando hacía falta. ¿Yo? Un terremoto. 18 años. Me comía el mundo empezando por él.
Sin embargo, su seriedad a veces chocaba con mi anarquía mental. Y, bueno, los choques son roces, y el roce hace el cariño. Nos amábamos con locura.
A veces casi puedo escucharle echándome la bronca cuando me peleaba o me enfadaba -he de reconocer que tengo mal humor- y me hacía entrar en razón recordándome que la gente necesitaba que bajáramos a su nivel, pero nosotros éramos tan felices en nuestro cielo que no lo haríamos nunca.
Lo echo de menos. Claro que lo echo de menos, joder. Echo de menos sus razones para amarme -qué bien se expresaba el capullo- y hablarle sin parar repitiendo mil veces lo mismo porque acabé sin palabras para explicarle lo que sentía.
Echo de menos dibujarlo aunque fuese casi imposible, porque él ya era una obra de arte hecha carne y no le hacía justicia.
Echo de menos sus ojos y su color café -nunca mejor dicho, porque me quitaban el sueño-, sus ganas de conquistar el cielo -el de mi boca-, su forma de ver la vida y, sobre todo, nuestros choques. No sólo por el cariño, sino porque me desmontaba y montaba, y cada vez que lo hacía me parecía un poco más a él.
Él era todo lo que deseaba, tanto que yo no existía sin él y él no existía sin mí. Nunca me ha gustado el símil de la media naranja, pero, sin duda, si creyese, él sería la mía. No éramos perfectos, pero éramos seres complementarios, merecía la pena soñar con un 'Para siempre' a su lado.
Llegué a decir cosas súper ñoñas por él sin pensar, ya que me volvía tan loca que mi cerebro dejaba de pensar y sólo era oxitocina. Él era mi significado de Amor.
Él acabó siéndolo todo para mí.

lunes, 24 de marzo de 2014

Érase una vez.

Tiene un lunar que me distrae sin importar lo que esté haciendo; 
ahí, justo en medio de la mejilla, 
por allá donde paso el pulgar cuando trato de memorizar los límites, ángulos y vértices que forman su cara.
Tiene dos brazos de esos que abrazan como si más allá de mí, no hubiera nada; 
como si fuera a huir y no me dejara; 
como si yo pudiera, como si yo quisiera huir, qué gracia. 
Y sus manos; joder, 
cualquiera en su sano juicio querría perderse al pasear entre sus preciosos dedos infinitos, 
que por si lo anterior no fuera suficiente, 
encajan a la perfección al chocarse contra los míos. 
También su cuello, 
que mide lo mismo que tarda mi lengua en perder la saliva al recorrerlo. 
Y si nada de esto consiguiera convenceros, 
entonces -y solo entonces- 
mencionaría eso de cuando medio sonríe; 
que he fundado mi república independiente en las comisuras de las semi-sonrisas que emite 
en esas décimas de segundo que gasto cuando le estoy besando, 
porque entre beso y beso, 
justo entonces mueve los labios. 
Qué más contaros, si siempre es aquello que necesito; 
y lo que más me gusta de él, es que de todo lo que es, aún sigue siendo mi mejor amigo. 
Hasta cuando se enfada, 
que su boca se transforma y sus ojos pierden la capacidad de mirar directamente a los míos, 
aunque le estén esperando a medio camino. 
Así que cualquier día de estos que decide pilotar el avión de mi espalda, 
igual desaparezco porque me he subido al vuelo dirección lugar que él mismo traza; 
mientras me acaricia a mí o a las cinco cuerdas de esa triste guitarra. 
Y eso es todo por hoy, 
que hoy ha terminado lloviendo -y no me refiero al otro lado de la ventana- 
porque ahora que lo tengo después de no haberlo tenido durante tanto tiempo; 
ahora es cuando no me va a quedar más remedio que echarle de menos.

Seguimos vivos.

Seamos sensatos, yo no tengo ni idea de escribir. Escribir es lo que hacía Bukowski con sus poemas, dejándonos literalmente el corazón en pelotas. O lo que consigue transmitirnos Carlos Salem con cada palabra, con cada sílaba. En cuanto a mi,  lo único que intento es sacar afuera todo lo que mis dedos llevan años guardando. Eso que todos decimos callados. Eso que nos mata por dentro y que tratamos de aniquilar mediante sonrisas fingidas.
Soy esa persona que, cuando crees que estás solo, que solo tú sientes eso, te dice: eh, frena, que yo sí creo en ti. 
Siempre me han preguntado qué quería ser en la vida. Empecé queriendo ser arquitecta, más tarde periodista y después, y hasta hoy, una enamorada de las lenguas. Pero, si me volvieran a hacer esa pregunta, ahora sí tendría una única respuesta. Lo único que quiero hacer es vivir(la). El mundo está lleno de gente que anda tan perdida como yo, con el alma en carne viva intentando encontrar su medicina particular. Tratando de entender qué cojones está pasando y porque todos nos estamos volviendo tan idiotas. Quiero que rompas esa carta de despedida que te dejo tu esperanza y que,
por favor,
le pidas que vuelva.
Que no nos queda nada cuando no hay nada por lo que seguir intentándolo. Rompe la mordaza que calla a tu corazón, y permitele que continúe haciendo música en cada latido. Piensa en ese cigarro que cada día te fumas cuando ataca el estrés y se te viene el mundo encima, no permitas que tú te consumas con la misma rapidez. 
Piensa que,
quizás sea hora de enterrar el hacha. De dejar de pensar en lo que podría pasar, en vez de en lo que pasa. 
Deja de abrazarte las piernas y de hacerte un jodido ovillo de lana, porque solo así conseguirás que alguien te rompa las costillas de un abrazo. 
Soñar está bien pero,
¿qué tal si dejamos de soñarlo todo y empezamos a vivirlo?
Que sí, que yo también sé lo que es sentir miedo. Sentirte atrapado y bloqueado y no saber qué dirección tomar. A mi también me ha golpeado el vértigo en la cara, pues nosotros somos nuestro peor enemigo, nuestro mayor precipicio. Nuestros barrancos más mortales. Pero, a veces tenemos que dejar de esperar el tren para, por una puta vez, cogerlo. 
Sé que estás asustado, que no quieres olvidarte nada. Yo no soy quien para dar lecciones de vida pero, has de saber que incluso cuando dejemos ésta, seguiremos pensando que nos hemos olvidado algo. Y posiblemente así sea. 
No tengas miedo porque esa sudadera pierda ese olor que tanto te recuerda a esa persona. Dale tu olor personal, el más bonito que existe, y el más duradero. 
Yo también tengo miedo de crecer porque cada día amanezco más niña y un poco menos adulta. Pero aún así, me doy cuenta de que el mundo se está yendo a la mierda. Y qué. Sonríe, mantente vivo. Mantente en pie aunque a veces, cuando respires, sientas que te ahogas. 
Con todo esto, lo único que quiero es que abandones el salvavidas y el miedo. Que todo duele, pero que sístole y diástole no se rinden y no van a dejar de latir tan pronto. Arriésgate, porque sino acabarás sufriendo el mayor dolor de todos. Echarte de menos a ti mismo.
Querido Miedo,
solo quería decirte que,
ya no te tengo miedo.

lunes, 17 de marzo de 2014

Mis padres me enseñaron a esquivar las hostias que otros lanzaban, y a coserme las heridas con hilo de acero. A que las sotanas doradas de los hijos predilectos escondían más secretos que piel, y que tu religión no es más que una ilusa falacia. Aprendí que las editoriales no marcaban destinos, y que las historias que acaban bien no tienen ningún atractivo. Crecí, y abandoné manadas cuando se volvieron rebaños, dejando la marca de mis pezuñas en el camino. Escogí volar a ras del barro y así evitar las nubes de gente que ahogan. Tantas veces me ensucié la cara, como lágrimas lavaron mis manchas. Y aunque no queden barrizales sin mis llantos, siempre tendré unos brazos donde acunarme. Prefiero los charcos a los barcos, y los grillos a los gritos. Quédate con tus vigas de mentira y deja que malgaste mi vida entre la lluvia.