Como siempre, espero que me regales lo único que te pedí: Sé feliz.
jueves, 6 de marzo de 2014
Estoy hecha a estar sin ti
Mierda. Otra vez. ¿Es que no piensas irte? Ah, que no eres tú; son las noches, que me recuerdan a ti y a cómo aparecías sin avisar a horas que no debías para decirme cualquier palabra que me hiciera sonreír. Y ahora que no estás sigo despierta esperando un yo-qué-sé-qué. Quizás espero que aparezcas y me expliques por qué te fuiste, que me digas que no soportabas la idea de estar en el mismo mundo que yo y en cambio, no estar conmigo. Que me susurres una y otra vez todas esas frases que no nos hemos dicho. Que recuperes el tiempo perdido recordándome que me quieres, como hiciste aquella vez. Pero por más que espero no llegas y me debato entre la vida, quererte o la muerte que es no estar sin ti; así voy rellenando mis noches entre la embriaguez de alcoholes, humos grises de cigarros, o incluso me desnudo delante de personas que no saben apreciarlo. Perdóname, quizás me odies por escribir esto; quizás insistas cada día en olvidarme -y lo consigas- mientras yo no hago más que retorcer todas las espinas con mi nombre que dejé incrustadas en tu piel. Supongo que, igual que a mi, te habrán recomendado que sigas con tu vida. Yo lo he intentado, lo juro y pongo a mi alma por testigo, pero justo cuando estoy a punto de no pensar en ti, vas tú y surges de nuevo en cualquier lugar o por cualquier motivo. No sé quién o qué tiene la culpa; no sé en qué momento dejaste de ser un pasatiempo para quedarte y no marcharte por mucho que el tiempo pase. En fin, espero que no te importe que te escriba, puesto que confío en que ya ni siquiera me leas.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario